Si tiene pinta de pollo, y sabe como el pollo... ojo, que a lo mejor no es pollo
Os diré una cosa: no me gusta la carne . No soy vegana, ni vegetariana. Como carne de vez en cuando, y también productos cárnicos. Pero la verdad es que no me convence mucho. Por eso, desde el punto de vista de mis preferencias culinarias (que son limitaditas, ya lo sé), no entiendo mucho la tendencia de buscar imitaciones de la carne en los platos sin carne. Quiero decir, si ya has conseguido eliminar la carne del plato ¿para qué pones algo que no es, pero que se le parece? Fuera de bromas, la industria alimentaria anda desde hace un tiempo buscando e inventando soluciones de este tipo: imitar la textura, el color , el sabor de la carne , para incorporarla a elaboraciones libres de ella. Razones para ello hay varias, en este artículo de la Vanguardia (1) podéis leer algunas, yo no me voy a extender aquí. Y si bien desde el punto de vista de mis gustos no lo entiendo, la verdad es que la tecnología que se emplea para ello, y los resultados, me fascinan . Una cosa